De los eventos de la Embajada de Colombia en EE.UU en torno a los tratados de libre comercio

Es aún más grave, que quienes asisten a estos espacios, no se cuestionen e indaguen lo que es nodal y central alrededor de estos temas, es más, este tipo de presentaciones, que demuestran las bondades del libre comercio, están cimentadas en toda una estructura subterránea de Gobierno para posicionar los intereses de los poderosos en Colombia a varias voces, incluyendo las del Vicepresidente, aludiendo ventajas falaces, al argumentar que son favorables para la mayoría de la población.

La insistencia de la firma del TLC se viene preparando desde la gestión del gobierno Uribe; cuando Angelino Garzón era embajador ante la OIT en Ginebra, él con su capacidad de negociación con los sindicatos, logró que se levantara el veto que tenía Colombia por el homicidio sistemático de sindicalistas. Este hecho otorgó carta blanca al Gobierno para negociar el TLC o los acuerdos arancelarios al confrontar la resistencia expresada en EE.UU por varios sectores sindicales, sociales y políticos, al “quitar” del camino el principal problema de la negociación. A todas luces el levantamiento del veto es una maniobra política y mediática, pues en la realidad persiste el genocidio contra sindicalistas, son más de 2857 víctimas desde 1986 a la fecha, sin contar los desaparecidos forzados con los cuales se superan las 3000 personas víctimas de la violencia contra el sindicalismo.

Si se hiciera un homenaje por la muerte de cada sindicalista asesinado o desaparecido, pasaríamos los colombianos casi nueve años y medio recordando, día a día, a cada una de las víctimas. Lo que es preocupante y ahora se invisibiliza, es que es una práctica sistemática que no termina. En el 2010 fueron asesinados 51 sindicalistas y 7 fueron desaparecidos forzadamente, en este año ya son cuatro los sindicalistas asesinados. En un contexto de agitación por un TLC con EE.UU, la realidad cotidiana implicará un aumento del riesgo para sindicatos, organizaciones campesinas, líderes sociales y defensores/defensoras de los derechos humanos, aun más grave, es que quienes se encargaron y seguramente se seguirán encargando del genocidio tienen igual o más poder en este momento. Si no, véase la situación de Córdoba, Meta, Antioquia, Nariño, Sucre, Choco, Arauca y Norte de Santander.

Colombia es el país más inequitativo de la región y el cuarto del mundo. ¿Cómo un TLC ayudará a solucionar esta situación? es una vergüenza, a todas luces, que se piense que este modelo de desarrollo ayudará a solucionar este problema y todos los demás. Es más, los grandes capitales (legales e ilegales) ven en la tierra una forma se sembrar y reproducir sus ganancias y proponen grandes modelos agro-empresariales. Frente al contexto del negocio de la tierra y sus usos, los procesos derivados de la Ley de víctimas y tierras quedan en una mera intención, ¿es qué acaso el Estado, además de dar la tierra, está dispuesto a dar los recursos técnicos y financieros a los campesinos para competir en con las nuevas reglas de mercado, garantizando una política pública sostenida?, ¿es que acaso esta previsto entregar las mejores tierras a los campesinos para ser competitivos? o ¿será que necesitan mano de obra asalariada para sus propósitos? de ser así, convertirán al campesino en mano de obra barata, en jornaleros trashumantes, con suerte empleados rurales, sin recursos para producir, llevándolos a alquilar sus tierras y sus brazos para encajar en el modelo.

Otras medidas que suenan más a ajustes para el TLC que intenciones reales son las reformas a las cooperativas de trabajo asociado, que han sido más de forma que de fondo, la ley del primer empleo es tan cosmética, como la acción penal contra los orquestadores del crimen en Colombia, son en su conjunto tan solo paliativos y demuestran la esquizofrenia del Estado y la demagogia política con arreglo a fines comerciales, contrarios a lo anunciado al público; no es cierto que se mejore la calidad del trabajo y la calidad de vida, ni mucho menos solucione la pobreza alevosa del país, cambiar para que las cosas sean iguales; es más, el modelo no soluciona el grave problema estructural del empleo y mucho menos la disminución de las iniquidades en términos poblacionales, etarios y de género, la pauperización del mundo del trabajo continuará, siendo más grave para los sectores más pobres, excluidos y marginalizados, entre ellos los campesinos, mujeres, jóvenes, indígenas y comunidades afrocolombianas.

Es preocupante que los congresistas demócratas en EE.UU animen a la firma del TLC, pero es obvio en la política no existen amigos, sino intereses. Extraña aun más, que siento este partido el que ha hecho presión en materia de derechos humanos en Estados Unidos, pase por alto, que los poderes mafiosos y el neo-para-militarismo en las regiones siguen intactos y con matices cada vez salvajes y criminales.
Me pregunto ¿cómo será la vida de los campesinos en su retorno?, no es cuestión solamente de voluntad como lo afirmó el Embajador Silva en Washington o como lo afirma el Gobierno en la televisión. El campesino que decida enfrentar las ya sabidas presiones, riesgos y dificultades del retorno es ya un valiente, el campo en Colombia es un escenario complicado, más aún, si se les suma la tensión y el conflicto que trae la minería y el narcotráfico, imagínese un eventual TLC en este sancocho.

Teniendo en cuenta los centenares de campesinos asesinados, incluso el mismo día de la entrega de sus tierras, y con el amargo precedente de más de 4 millones de desplazados, (casi el 10% del total de la población), sumado a la ausencia de una verdadera protección del Estado, quien decida retornar al campo necesitará encomendarse a todas las deidades, pues la supervivencia de nuestros campesinos y campesinas, es y ha sido todo un milagro. Durante el actual gobierno, ya se han denunciado por lo menos 11 asesinatos de líderes campesinos, que luchaban por la restitución de tierras o la defensa de los derechos de la población en condición de desplazamiento.

Con suerte los campesinos antes de ser re-victimizados podrán obtener la titulación sus tierras, el reto de atender al campo ha de ser un asunto central en el país con la importancia que se merece y supliendo todos los vacíos históricos en la materia, de lo contrario será un intento más en la feria de las buenas intensiones. Si bien, es oportuno, necesario o porque no valiente, hablar de tierras y de víctimas en Colombia, las medidas propuestas hasta el momento son insuficientes. Se trata de un problema complejo y estructural, los factores que contribuyen al despojo y la excesiva concentración de la tierra son aun vigentes, no existen cambios significativos; además de estar en peligro los campesinos por un millar de factores, entre ellos un eventual TLC, está en riesgo la seguridad alimentaria de todos los colombianos. El afianzamiento del modelo de desarrollo con o sin locomotoras o aplanadoras y la pretensión de la firma de más TLC`s son y serán la estocada final para la ya agonizante situación del mundo del trabajo, los pobres y todo aquello que no encaje en el modelo.

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