Escoba nueva a barrer bien…!!!

Se dice que viene a darle identidad propia a la política pública de
seguridad para la prosperidad, tomando distancia del agotamiento de la
política de seguridad democrática del presidente Uribe que se correspondió
con un momento de la guerra, pero que actualmente rinde con languidez
resultados en términos de su propósito fundamental de acabar con la
insurgencia y el crimen organizado del narcotráfico y las bandas criminales.

Del ministro se dice que sus dos principales virtudes es la de ser un
estratega formado en las escuelas académicas en los campos de batalla de la
información militar y un eficiente administrativo, juicioso en dirigir
ejércitos desde las oficinas, con la virtud de ser suficientemente joven y
respetado al interior de la institución castrense como para cumplir con el
oficio de la guerra burocrática en contra de las dos mayores limitaciones
que tiene actualmente el Ministerio: Dar resultados en materia de seguridad
y lucha contra los grupos armados ilegales y, ponerle orden interno a las
mezquinas y costosas enemistades históricas de las distintas armas, alguna
de las cuales se sienten ofendidas cuando las conduce un marino en tierra o
un policía de barrio, por más Almirante o General que sean y, a enfrentar un
problema de no menores proporciones que en otras instituciones del Estado:
el nepotismo y la corrupción. Estos dos retos se traducen en una
reingeniería estratégica en lo operativo y una innovación en la gerencia del
sector.

No creo que sea mucho lo que queda por inventar en la guerra colombiana y
menos aun en materia de estrategia militar para fracasar cuando se cree que
las guerras irregulares pueden llegar a su fin por la vía de la victoria
militar, así es que el paso de fuerzas de operación conjunta a grupos de
operación especial conjuntos para ponerse mas de acorde con el retorno de la
insurgencia a la guerra de guerrillas no significa un gran avance, sino mas
bien un retroceso hacia el terreno del enemigo. Centralizar la acción
militar en zonas de conflicto como el Cauca y Putumayo, no es nada nuevo y
si tiene el riesgo de intensificar conflictos con poblaciones que han
soportado durante años la acción de todos los grupos armados. Tampoco es
dando más plata al ejército y a la policía como se ganan las guerras y se
acaba con la criminalidad. Lo que puede modificar de manera significativa la
correlación de fuerzas dejando la situación de languidecimiento de la guerra
en esa larguísima agonía del difunto en que puede quedarse es llevarla hacia
el escenario de la política y la atención social a la población.

De lo que se esta requiriendo es de un Ministros que tenga el suficiente
carácter no para emprender otros cien años de guerra con nuevas tácticas y
estrategias militares y con el conocimiento de los más sofisticados equipos
de combate para aniquilar campesinos analfabetas que se han sostenido
durante 50 años en guerra, con sus presidentes de turno y sus ministros
antes de guerra, hoy de defensa, si no , de quien sea capaz de llevar la
guerra a la política y se haga acompañar de un equipo de militares lo
suficientemente inteligentes como para entender que la guerra alcanza su
mayor desarrollo cuando se acerca a la política y esta se perfila en el
camino de la paz.

En concreto lo que menos necesita este país es un ministro guerrerista, lo
que esta necesitando es uno lo suficientemente inteligente y valiente como
para llevar la guerra a la paz política y social.

El primer responsable de los problemas de seguridad y defensa del país es el
presidente Santos quien es, constitucionalmente, el Comandante General de
Fuerzas Armadas y quien define la política pública al respecto. Resulta
desafortunado el hecho, en la posesión del Ministro, que el Presidente, su
Comandante General, le haya dado la orden de dar el puntillazo final a la
Farc (enésima declaración de guerra), a los grupos armados ilegales y a las
Bacrin, pues es condenar su gestión al fracaso y el país a cincuenta años
más de guerra.

La tarea del Ministro, con mayúscula, es ajustar con suficiencia y eficacia
la política de seguridad y defensa, respondiendo a los retos y amenazas que
tiene el país y la sociedad colombiana en el contexto de las posibilidades
reales que tiene la implementación de la misma sin fijarse metas
maximalistas, buscando alcanzar la mayor eficiencia y eficacia en el
cumplimiento de su misión constitucional.

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