INCUBA UN PLAN COLOMBIA II

 

Escalada intervencionista de Estados Unidos: En la nueva estrategia, desaparece el término “narcoterrorismo” y se prefiere el de “actividades terroristas”, donde se pone en la mira al Gobierno Bolivariano de Hugo Chávez. Colombia sería base de operaciones para agredir a otros países latinoamericanos.

Diversas informaciones que presuponen nuevas estrategias de la Casa Blanca frente al conflicto interno colombiano han venido filtrándose a la prensa norteamericana y a otros medios de información especializados. Una de ellas da cuenta de un dossier del Departamento de Estado de los Estados Unidos para la región andina. Pretende que la denominada Iniciativa Regional Andina reoriente el destino de la cuantiosa ayuda militar norteamericana a Colombia y contemple el combate a eventuales enemigos externos, que podrían afectar la “seguridad nacional” interna de los colombianos.

 

Este elemento es de inusitada gravedad, por cuanto ahora se pone más en evidencia la pretensión de Washington de hacer de Colombia una cabeza de playa para la intervención militar en un país vecino y una intención tal tiene nombre propio: Venezuela.

El problema radica en quién determina qué es la seguridad nacional de los colombianos, en qué momento esta se puede considerar amenazada y quién la amenaza. Como ya lo habíamos indicado en un comentario anterior, tras la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el pasado 27 de febrero, los ministros de Defensa de ambos países, Donald Rumsfeld y Camilo Ospina, tuvieron una larga conversación en torno a lo que denominaron la “lucha antiterrorista” y el problema de la seguridad nacional de Colombia.

¿Quién determina la amenaza?

En este sentido, ¿hacia dónde se encaminarán las acciones para combatir los peligros reales o supuestos que amenazan la seguridad nacional colombiana? Si los planes de Washington se refieren a la lucha guerrillera, se estaría reconociendo no sólo la existencia de un conflicto interno de enormes proporciones, que obstinadamente el gobierno de Uribe Vélez se empeña en negar, sino el fracaso del Plan Colombia y del Plan Patriota, en todas sus etapas, a pesar aún de la presencias de asesores militares norteamericanos en nuestro suelo.

Si por el contrario, se refieren a una amenaza externa, ésta tiene nombre propio: Venezuela. Funcionarios de alto coturno de la administración norteamericana, tales como Condoleezza Rice, Donald Rumslfeld, Negroponte o el jefe del comando sur del Ejército de los Estados Unidos, Brandz Craddoc, se han referido a que Venezuela y su Gobierno Bolivariano, constituyen “un peligro para la región”. El propio presidente Bush ha dicho que su administración no va a consentir que el gobierno Chávez siga amenazando a los países latinoamericanos.

Desde Bogotá se ha venido creando un ambiente hostil hacia el país vecino. La incursión de casi un centenar de paramilitares colombianos en Caracas, con la intención de apoyar un golpe contra Chávez, la eventual complicidad de agentes del DAS en el asesinato de un Fiscal venezolano que investigaba a los golpistas. La reunión en las oficinas del DAS de funcionarios de este organismo con conspiradores venezolanos, son entre otros, síntomas de ese ambiente de enemistad.

Millones para la guerra

Pero la nueva etapa del Plan Colombia II podría apuntar a otros objetivos en la región. Bolivia y Cuba no deberían bajar la guardia a pesar de los aparentes gestos de buena fe de Uribe Vélez. El novelón de la revista Cambio vinculando al nuevo embajador cubano en Bogotá con presuntas actividades de espionaje, no es gratuito. Y se sabe que la Casa Blanca ha comenzado a presionar al gobierno de Evo Morales por su resistencia a la firma de un TLC y sus pretensiones nacionalistas.

El pasado 16 de marzo, George Bush habló a la prensa de su Estrategia de Seguridad Nacional y delineó planes que insinúan una mayor escalada intervencionista en los asuntos internos latinoamericanos. Ésta incluye las amenazas directas a Venezuela y el reforzamiento de la ayuda militar a Colombia, que este año es de 483 millones de dólares, sin contar ayuda militar directa por 250 millones de dólares más dentro de la Iniciativa Regional Andina y 26 millones adicionales para que la Armada Colombiana compre tres aviones DC-3 con destino a la “lucha antiterrorista”.

En cinco años, Estados Unidos ha entregado 4.729 millones de dólares al Plan Colombia que, sumados a la ayuda militar a través de la Iniciativa Regional Andina, asciende a la astronómica suma de siete mil millones de dólares para la guerra. Y ahora Bush quiere multiplicar estos recursos y extender el conflicto colombiano más allá de las fronteras, buscando golpear de paso a las jóvenes democracias latinoamericanas que se resisten a aceptar el dictado norteamericano.

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