LOS MEDIOS MASIVOS DE DESINFORMACIÓN

Me han parecido parciales, incompletas y por tanto poco profesionales las noticias que los principales noticieros de televisión de Colombia, los de los canales privados RCN y Caracol, han emitido sobre la minga de resistencia indígena. Y me preocupa saber que ellos tienen una sintonía superior al 90% en este país, es decir, que la inmensa mayoría de personas aquí se forma una idea del mundo a través de eso que ellos publican. Advierto que no soy guerrillero, que me opongo a las armas, que detesto la violencia y que escupo sobre guerrilleros, paramilitares y miembros de la fuerza pública que violan los derechos humanos. Y que por eso me he ganado unos cuentos problemas con esos truhanes.

 

 

Me han parecido parciales, incompletas y por tanto poco profesionales las noticias que los principales noticieros de televisión de Colombia, los de los canales privados RCN y Caracol, han emitido sobre la minga de resistencia indígena. Y me preocupa saber que ellos tienen una sintonía superior al 90% en este país, es decir, que la inmensa mayoría de personas aquí se forma una idea del mundo a través de eso que ellos publican.Advierto que no soy guerrillero, que me opongo a las armas, que detesto la violencia y que escupo sobre guerrilleros, paramilitares y miembros de lafuerza pública que violan los derechos humanos. Y que por eso me he ganado unos cuentos problemas con esos truhanes.

Pero ya estoy empezando a creer que es completamente verdad eso que dice
la guerrilla para referirse a noticieros como esos: que son “medios de
desinformación del establecimiento”.

Es que quien haya cursado segundo semestre de periodismo hasta en la
universidad más mala del mundo sabe lo que no se debe hacer en periodismo.
Pero RCN y Caracol se empeñan en hacer las cosas como no es, como no lo
permite el oficio si aspira a ser de calidad, si aspira a ser un
periodismo de referencia como se esperaría de canales de tan alta
penetración en las audiencias.

Lo que pasó el fin de semana del 12 de octubre fue patético y ahí excluyo
a Noticias Uno, noticiero que explicó por qué los indígenas protestaban e
informó, entre otras cosas, que en las dos últimas semanas los
paramilitares les habían matado 13 compañeros. Y, como era lógico según
una práctica periodística responsable, entrevistaron a sus líderes para
explicar qué pasaba.

Hasta me han dado ganas de conseguir copia de esos noticieros de RCN y
Caracol para mostrarles a mis estudiantes de periodismo lo malas que
fueron esas noticias y la perversidad que entrañaban. Por ejemplo:

– Las noticias las presentaron sin un contexto: si uno las veía, no sabía
por qué los indígenas estaban protestando, pues sólo mostraron los
enfrentamientos con la fuerza pública como si fuera el “todo” del asunto.

– En esas noticias los indígenas aparecieron como los iniciadores del
tropel, de las pedreas… Aunque sí, ellos se tomaron la carretera y
bloquearon el tráfico, pero en principio fue una toma pacífica hasta que
llegaron a desalojarlos y hubo roces con la fuerza pública.

– La versión que predominó fue la de la Policía: esos medios tienen una
debilidad por los uniformes que, me parece, es como una especie de
fijación sexual con las insignias y los “bolillos” (los garrotes de madera
que cargan los policías).

– Los titulares fueron parcializados, mostraron sólo una cara del asunto:
o era la posición oficial o era sólo el tropel. No titularon, por ejemplo,
que las peticiones que originaron la protesta no se habían discutido
siquiera y que por eso seguía el conflicto.

– No hubo contrastación de fuentes para saber qué decían unos y qué decían
otros: para el lunes 13 de octubre en la noche, por ejemplo, RCN y Caracol
dijeron que iba una docena de policías heridos, pero no informaron que
para entonces iban 37 indígenas heridos como producto de los choques con
la fuerza pública.

– Desconocieron otras realidades que estaban ocurriendo aparte de esas
pavorosas de heridos, mutilados, lesionados y hasta muertos que había en
cada bando: cortes de energía eléctrica en zonas de influencia del Consejo
Regional Indígena del Cauca (Cric) y bloqueos alimentarios a diversas
comunidades indígenas, como la de Tierradentro, por ejemplo.

– Creyeron como si hubiera sido palabra de Dios las versiones “oficiales”
o sea las de la Policía o el gobierno. Apenas el martes, tres días después
de iniciado todo, cuando el problema ya estaba ardiendo, empezaron a
entrevistar tímidamente a los dirigentes indígenas.

Confieso que me ha dolido ver a los indígenas corriendo de los gases
lacrimógenos, de los garrotes de los policías antidisturbios que parecen
Robocop. Y me ha dolido también ver a los policías heridos tras la
refriega. Para mí, unos y otros son simplemente seres humanos. Para las
noticias no ha sido así: unos son las víctimas (los Policías y la sociedad
que no se puede mover por esa carretera) y otros los victimarios (“los
indios esos”, como más de uso seguramente dijo).

Me partió el alma ver a un agente de policía con la cara quemada y los
brazos amputados por una bomba que le explotó y que atribuyeron a los
indígenas. No hay derecho a que una persona sufra de esa forma las
consecuencias de un conflicto social.

Pero creo que esa bomba no la pusieron los indígenas: con ir regando
explosivos por ahí quienes pierden son ellos y los únicos que ganan son
precisamente quienes quieren que esas protestas se dañen que, obvio, no
son los indígenas.

Y ahí, no tengo duda, están desde las Farc (como han dicho las versiones
gubernamentales, porque claro que se infiltran en las protestas sociales
para generar caos y pescar en río revuelto) hasta el propio Estado, el
cual es “infiltrado” -si cabe la expresión- por extremistas que hacen
parte de él y hacen terrorismo (a eso siempre se le ha llamado “terrorismo
de Estado”).

¿Miembros del Estado poniendo bombas para que sus propios policías queden
vueltos pedazos por ellas? Pues sí, puede ser. Es que miembros de nuestro
Estado también hacen cosas que no deberían hacer. ¿O acaso no se le ocultó
a la sociedad sobre el uso de emblemas de la Cruz Roja en la Operación
Jaque? ¿Y acaso cuando se le preguntó al alto gobierno sobre eso lo
primero que hicieron no fue negarlo, es decir, mentir sobre ello? ¿El
Estado, éste que tenemos, mintiendo? ¿Este gobierno mintiendo? Pues sí. En
estas cosas vale eso de “piensa mal y acertarás”.

Pero creer que los indígenas iban a poner bombas es un exabrupto. Es no
conocer a los propios indígenas o simplemente, como ocurrió en este caso,
querer demonizarlos y así destruir su protesta para callarlos como siempre
ha pasado.

Protesta que entre otras cosas no es por cualquier tontería, por cualquier
interés banal de cerrar una carretera, como si no tuvieran más que hacer o
fueran violentos por naturaleza.

Creo entonces que lo que tenemos en Colombia con estos noticieros, para
este caso específico, ha sido pura desinformación y por eso, ¡cuidado!,
hay que estar prevenidos. Pero ese más del 90% de la población que ve esos
noticieros posiblemente no sabe esto.

Desinformación entendida como lo que realmente es: el interés deliberado y
consciente de difundir informaciones falsas, parciales, manipuladas o
sesgadas, interés realizado por personas, grupos o medios. Y eso es lo que
están haciendo esos noticieros. Desinformación que es distinta, desde el
punto de vista de la teoría de la información, del simple error en la
transmisión de una versión.

Es que no hay otra manera de entender por qué publican lo que publican.

Lo peor, me parece, es que ni siquiera el gobierno interviene en las
informaciones de noticieros como los de RCN y Caracol: los propios
directores, editores y a veces los periodistas cierran los ojos sin que
nadie los obligue.

A estas alturas de la vida, en este país ni siquiera hay que censurarlos,
ni “sugerirles” que publiquen algo en algún sentido: ellos se arrodillan
solitos al establecimiento o al gobierno, creyendo que así le están
haciendo un bien a la institucionalidad del país.

Pero lo que están haciendo, en el fondo, es vulnerando el derecho a la
información que tenemos todos los ciudadanos, incluyendo los que
protestan, como lo hacen los indígenas hoy.
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