La salida negociada como imperativo para la Nación

La salida negociada como imperativo para la Nación

 

Colombia después de las elecciones: Diálogo con Luis Jaramillo, presidente del IPC

Sergio Ferrari
31 de mayo del 2002

Las elecciones del pasado domingo 26 de mayo designaron cómodamente al candidato ultra derechista Alvaro Uribe como presidente . El país sudamericano inicia así una nueva etapa de su historia política llena de incertidumbres, en el marco de una confrontación bélica agudizada y sin salida negociada -aparente- a corto plazo. Momento oportuno para analizar los desafíos del movimiento ciudadano con Luis Guillermo Jaramillo, presidente del Instituto Popular de Capacitación (IPC) de Medellín, una de las principales ONG de Colombia.

P: ¿Qué implicará el gobierno de Uribe, apoyado por la extrema derecha e incluso por los grupos paramilitares?

R: Es evidente que hay retos claves sobre la mesa, entre ellos la misma insurgencia y el conflicto bélico; soluciones de fondo que la gente espera desde años y que no llegan; reformas políticas, de las instituciones y del programa económico. El gobierno de Andrés Pastrana significó el continuo aplazamiento de las soluciones. Uribe viene a implementar, de una manera simplista -como su propio discurso de campaña preelectoral- un endurecimiento de las condiciones del régimen político. Defiende la fórmula que la autoridad se valida desde el Estado pero no desde la sociedad, apostando al voto como aspecto formal de la democracia. Todo hace prever un sistema de exclusión más que de inclusión o de fortalecimiento de la democratización del país.

P: ¿ Eso implica que la posibilidad de una salida político-negociada con la guerrilla desaparecería de la agenda ?

R: Aquí pueden darse cosas paradójicas. Pastrana había hecho de la negociación con la guerrilla y especialmente con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) una bandera clave de campaña. Deja ahora el gobierno sin haber podido avanzar realmente. Podría suceder que de la misma manera que Pastrana apostó formalmente a eso y no lo logró, en esta etapa sea al revés. No se espera que Uribe haga de la negociación su primera tarea, pero podría ser que deba aceptar este camino forzado por las propias circunstancias políticas extremas que vive la Nación..

P: Es un razonamiento bastante sorprendente…¿ Cómo sería esa propuesta de negociación?

R: No lo sabemos. Tal vez podría implicar un mayor involucramiento de las fuerzas armadas, a las que tendría que convocar, si quiere hacer gala de autoridad, para que sean parte de ese proceso. Hay que ver que tampoco las fuerzas armadas ofrecieron en estos últimos meses una alternativa real. Luego del rompimiento del diálogo con las FARC (en febrero pasado) y a pesar de anunciar una gran ofensiva, sus resultados son modestos, por no decir limitados y la insurgencia sigue siendo fuerte. Es decir, tal vez la propia coyuntura les obligue también a replantear su estrategia.

P: En una reciente entrevista, dos portavoces de las FARC aseguraron que su organización seguía creyendo en la salida negociada. ¿ Cómo interpreta esta afirmación? ¿ Es pura retórica o responde a una convicción?

R: El movimiento a favor de la paz, aunque fragmentado, incluye una gran cantidad de iniciativas e incluso de planteos programáticos de personalidades políticas como Lucho Garzón, uno de los candidatos presidenciales. La salida negociada sigue siendo un imperativo para amplios sectores de la Nación y no sólo para la insurgencia. Hubiera sido necesario, en cuanto a las FARC, una mayor sintonía, que se presentaran más abiertos hacia la sociedad. Las audiencias que impulsaron fueron muy retóricas. Sus conclusiones poco incidieron en la real voluntad de las partes para cambiar los caminos de la negociación. Fue muy marginal la participación que se le dio a la sociedad.

P: Mucho se identificó en la campaña a Alvaro Uribe con los paramilitares.

¿ Se puede hablar ahora de un gobierno de los paramilitares? R: No hay que simplificar las cosas si bien hay antecedentes preocupantes en la historia del nuevo presidente, como promotor del proyecto de cooperativas de seguridad con resultados absolutamente negativos en relación a la paz.

P: Para ustedes, entonces, ¿ Uribe no es Castaño (jefe principal de las Autodefensas Unidas de Colombia, principal fuerza paramilitar)?

R: Así es. Si entramos en esa identificación absoluta, a pesar de los antecedentes preocupantes, arriesgamos de reducir peligrosamente el espacio político y las propias posibilidades de nuestra acción futura.

P: ¿ Cómo se explica que la mayoría vote a favor de un candidato de extrema derecha? ¿ No es una señal preocupante que expresa un bajo nivel de conciencia política?

R: Desde hace diez años y a pesar de la nueva constitución y de sus retóricas y promesas, el regimen no se abrió, no hubo reformas políticas, cambios territoriales, las propuestas de la gente no fueron tomadas en cuenta y la población civil ha estado excluída de la misma posibilidad de negociación. Ante esa situación era previsible que la propuesta ganadora fuera aquella que diga abiertamente que no hay condiciones para la apertura. Funcionaron hasta ahora mecanismos de caricatura. Por ejemplo, en Medellín, la sociedad civil democrática y organizada, nuestras ONG, participamos en diversos procesos de planeación de desarrollo…todas las conclusiones fueron burladas y llevadas a instancias burocráticas donde no se consideraron las propuestas populares. Tampoco las indicaciones de sectores importantes como indígenas y negros. Por otra parte, muchos sectores criticaron a Pastrana argumentando que le había dado la mitad del país a las FARC sin resultado alguno. En ese marco no es tan sorprendente que gane Uribe que viene a sintonizar ese sentimiento de falta de perspectivas que vive mucha gente, que promete poner orden en el desorden y que recomienda mano dura contra la insurgencia. No pienso que esté ligado , necesariamente, a un bajo nivel de conciencia. Está estrechamente vinculado con la realidad y las imágenes predominantes en la opinión pública y los medios de comunicación que dicen : « Pastrana no consiguió nada , las fuerzas armadas no son contundentes, los paramilitares no son controlados… hay que actuar»

P: ¿ Cuáles serán los principales retos inmediatos para la sociedad civil democrática y organizada ?

R: Habrá una continuidad en nuestra tarea. Especialmente a favor de la paz. Por otra parte, dado el escenario previsible de una reducción de los espacios políticos, profundizaremos nuestro trabajo con redes. Es decir buscaremos enlazar las distintas iniciativas que van en la misma dirección, con dos objetivos claros: asegurar una mejor protección de la misma población y potencializar en conjunto el esfuerzo que realiza cada uno.

Esperamos, y aquí me refiero a las ONG de Antioquia, que se van a endurecer las condiciones de nuestro trabajo que ya son bastantes difíciles. Debemos hacer un gran esfuerzo por explicar nuestra tarea ligada a derechos humanos; ampliar nuestras áreas de trabajo y presentar, así, un blanco más difuso a los que nos quieran golpear. Hay que recordar que por el sólo hecho de trabajar en esa temática sensitiva, lo que conlleva a la denuncia de violaciones del derecho internacional humanitario de todos los actores, hemos recibido amenazas de ambas partes, de la insurgencia y de los paramilitares.

Por otra parte no queremos esconder el papel político que asumen nuestras ONG. Han aportado candidatos a Concejos, Alcaldías, Asambleas departamentales. Estamos proponiendo en octubre próximo un encuentro latinoamericano de experiencias de gobiernos de ciudades.

A nivel internacional todos planteamos seguir impulsando un trabajo de información, documentación, hermanamiento. Llegando a cancillerías y organizaciones, movimientos y comités. En el caso de Europa nos sentimos , generalmente, bien comprendidos. Importante para compensar en parte la política de los Estados Unidos hacia nuestro país.

P: Difícil entender que por el sólo hecho de trabajar en derechos humanos reciban amenazas de todas partes…

R: Es una realidad muy polarizada. Nuestra tarea tiene que ver con el registro de las violaciones. El sólo hecho de decir que se produce tal o cual atropello al derecho internacional humanitario provoca las reacciones de unos u otros. Si el responsale es la insurgencia, nos acusan de esgrimir los argumentos y el discurso oficial. Si los autores son los paramilitares, entonces nos etiquetan como aliados de la guerrilla.

P: ¿ Sólo registran o también interpretan esos datos? ¿ Se puede saber quien es el peor violador de derechos humanos en Colombia?

R: Lo afirmamos. De hecho se da una inmensa ofensiva paramilitar que todo el mundo conoce, sobre la cual la prensa informa. Aumentaron sus efectivos, se multiplicaron sus acciones. Es una realidad.

P: Para terminar, ¿ cómo siente toda esta situación el hombre de la calle, el ciudadano medio?

R: Hicimos una investigación al respecto. Hasta hace un tiempo, el vecino de un barrio o de una comarca, estaba acostumbrado a lidiar y adaptarse a la operatividad de uno de los actores del conflicto. Ante la ausencia del Estado y de sus instituciones, era evidente que en algunos barrios, incluso, la gente se sentía protegida ante la presencia vigilante de las milicias o de un grupo armado. Ahora, en esta escalada, con una confrontación abierta y violentísima entre actores, con armas largas y todo tipo de municiones, comienza el rechazo y surge la necesidad que el Estado se comprometa a proteger la población sin respuesta alguna en la mayoría de los casos. Y cuando se dan operativos militares la gente constata que los paramilitares pasan impunemente en tanto hay persecución a las bandas o milicias que no están con ellos. Esta realidad se vuelve insoportable para la gente.

Guerra y paz

Medellín cuenta hoy con más de 2 millones de habitantes. Según la Asesoría de Paz y Convivencia de Medellín, existen más de 200 grupos armados de diverso tipo, que incluyen entre 8.500 y 10 mil personas, organizadas en guerrilla, milicias, paramilitares, bandas, narcotráfico etc.

Según un informe de la Red de Hermanamiento Pueblos Hermanos Lazos Visibles, « mientra la insurgencia y las milicias se encuentran en un posición defensiva, el avance de los grupos paramiltiares es rápido y contundente » Su estrategia se resume en: la implantación; el fortalecimiento de redes de financiación con grupos de narcotraficantes y otros; la cooptación por la persuasión o por la fuerza de bandas delincuenciales o si la banda es grande la *compra de servicios*. También intentan la inserción en el movimiento social, especialmente entre los jóvenes. Y realizan un fuerte trabajo de cabildeo en organizaciones gubernamentales contando con el aval de las estructuras de seguridad del Estado. Todo eso conduce a un proyecto de sociedad con base en la militarización y el autoritarismo ».

Del otro lado, existen también en Medellín, una multitud de iniciativas, expresiones de resistencia y de lucha contra la guerra, así como a favor de la construcción de nuevas alternativas y proposiciones viables. Entre ellas la Red de organizaciones comunitarias que agrupa unas 30 entidades locales y barriales. La Federación Antioqueña de ONG – 96 organizaciones- trabaja por el fortalecimiento institucional y gremial. La Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz de Antioquía constituye un gran movimiento, integrante a su vez de la Asamblea Permanente a nivel nacional. La Mesa de Trabajo Mujer de Medellín y la Ruta Pacífica de las Mujeres son dos iniciativas femeninas con una fuerte implantación y un trabajo amplio de lucha contra la guerra y de defensa de las reinvidicaciones de género. También existen, entre otras, una Red Juvenil que reúne a unos 600 grupos, la Red Viva y la Red de Hermanamiento. Medellín y Antioquia, aun en el marco de la complejidad de la confrontación y del conflicto social, constituyen un verdadero laboratorio de ensayo de mil y una formas de modelos de participación democrática populares y alternativos.

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