Nuevas amenazas y “panfletos” amenazan a las comunidades del Norte del Tolima

Mientras el presidente Uribe y su combo mafioso insisten en que en Colombia hace rato desapareció el rastro violento y criminal del paramilitarismo (“Los muchachos”, según Uribe), los hechos concretos dicen otra cosa.

 

 

Mientras el presidente Uribe y su combo mafioso insisten en que en Colombia hace rato desapareció el rastro violento y criminal del paramilitarismo (“Los muchachos”, según Uribe), los hechos concretos dicen otra cosa. Decenas de colombianos caen asesinados a diario en cantidades alarmantes que ya los medios de comunicación del régimen no registran y si lo hacen es entre líneas, quizás como algo “normal” y “natural”. La violencia es la constante en pueblos y ciudades del país sudamericano.

No se respeta la edad, ni la inocencia de los humildes colombianos, porque caen niños, mujeres embarazadas, ancianas, lisiadas, hambrientas, desnudas y desamparadas. Campesinos, indígenas, periodistas, artistas, cultores, intelectuales, iletrados, etc. El terrorismo de Estado, el paramilitarismo se mantiene intacto en vastas zonas del país. Más que desaparecer se ha “tecnificado”, mejor “especializado” a toda fuerza en la medida que se acerca la reelección presidencial del “señor de las sombras”.

HECHOS

En la semana que transcurrió, fue nuevamente sorprendida la población del norte del departamento del Tolima con la inundación de panfletos amenazantes de las AUC nueva generación. Anuncia limpieza social, asesinato inminente de supuestos expendedores de droga, ladrones, extorsionistas, secuestradores y prostitutas. El panfleto registra nombres propios de las potenciales víctimas, tal el caso del municipio de Líbano, donde nombra una serie de personas que serían asesinadas en los próximos días: “Tocayo, morocho, arial, brayan, Rubén alias ovejo, pulgoso, jarol, calvo, jairo hijo de jairo paz, jorge Sánchez alias cura, marleni, Sandra, jhon, lucho, Gaviria, velotax, peres, costeño, chucha, andito, shaquira”, entre otros. “Los niños buenos se acuestan temprano, los malos los acostamos nosotros”, agrega el amenazante volante.

Como es obvio, el pánico se vuelve a apoderar de los habitantes de la extensa zona, sin que haya una respuesta concreta del Estado, de las autoridades y sobre todo de la fuerte militarización uniformada y de civil que hay en esta sección del país. A criterio de los habitantes hay mucha militarización, pero quizás más de civil. Sin embargo, los paramilitares se dan el lujo de amenazar a diestra y siniestra, lo mismo que extorsionar a comerciantes, ganaderos y caficultores. “Tengo mucho miedo”, dijo una dirigente campesina y defensora de derechos humanos de la región.

PETICIONES

Solicitamos la solidaridad de las organizaciones sociales, cívicas, populares, organismos nacionales e internacionales de Derechos Humanos, para que se pronuncien contra este tipo de amenazas que atentan contra los derechos fundamentales de las personas. Hacemos un llamado para que permanezcan atentos frente a cualquier hecho que pueda poner en riesgo la vida e integridad de la población que ha sido amenazada.

Solicitamos respeto por la vida de la población del norte del departamento del Tolima.
Investigar las amenazas y la persecución constante contra la población.

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