Red Mujer y participación ecológica – El alca desde una perspectiva feminista

El Alca desde una perspectiva feminista

 

Red mujer y participación política

Por María Cristina Salgado

Presentación

El Plan Colombia fue conocido en el país en 1998 con objetivos y fundamentos discursivos que tenían como base el respeto a los derechos humanos y la preservación de la vida; además consideraba la importancia de la fortaleza democrática participativa como condición necesaria para buscar la paz sobre la base de las negociaciones, con transformaciones económicas, sociales y culturales que ofrecieran alternativas de desarrollo sostenible a largo plazo. Sin embargo en su implementación se evidenció su carácter militar contra el narcotráfico y el espíritu bélico como estrategia de paz. Hoy, después de más de cuatro años, el Plan Colombia tiene vigencia, porque ha sido base del plan de desarrollo, con fuerte orientación hacia la anexión del país a la globalización económica a través de las multinacionales y a la intervención norteamericana en el conflicto interno. Así lo demuestra el interés del gobierno para implementar el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que tiene en el subfondo una estrategia geopolítica en diferentes regiones de América del Sur, como en las cuencas hidrográficas del Sur (la Amazónica, la del Río de la Plata, la del Orinoco, la del río San Francisco en el nordeste brasileño, y la del Magdalena-Cauca en Colombia)[1]; además intereses económicos en los ecosistemas por la riqueza y variedad biogenéticas; en los recursos no renovables como el petróleo, el oro, las esmeraldas y en los productos agropecuarios. Estos componentes se encuentran en los planes de desarrollo de los últimos gobiernos, en los cuales se prepara una apertura que permita suscribir al ALCA como una forma de integrar a Sur América en la economía Norteamericana, a través de megaproyectos como bloque económico que se contrapone al bloque que conforma la Unión Europea.

El ALCA como herramienta neocolonial

“La historia del sistema mundial moderno es una historia de intercambios desiguales que son la causa de la guerra, el hambre, la opresión y el desastre ecológico que obliga a las personas a migrar. Sin embargo esta historia ha sido olvidada por la economía política moderna por lo cual la postmodernidad pareciera que es ahistórica.” De Sousa Santos[2]

Colombia ha tenido como designio insuperable una economía dependiente, conectada a una intensa red de circunstancias políticas entre las que se cuentan las reformas constitucionales que van modelando la normatividad. En el presente cuatrenio se está modificando la Constitución con normas que reorganizan un aparato coercitivo que incrementa el clima de violencia que vivimos. Son las herramientas que preparan la maquinaria militar contra las expresiones de inconformidad de la sociedad, por el empobrecimiento que significan los convenios. La firma del ALCA es la consolidación de la explotación y apropiación de los recursos que la retienen al imperio. Estamos también atados a una cultura global en la que perdemos cada vez más la identidad geográfica en los propios consumos culturales, en los que se funda la riqueza de saberes que guarda el país. Es imposible globalizar en un solo modelo económico los intereses de la diversidad del país porque va en contravía de la dignidad y la equidad de las mayorías.

Es así cómo la privación jurídica y la privación sociológica de millones de personas dentro del territorio nacional, muestran el funcionamiento discriminatorio de la política moderna que va de la mano con el modelo de desarrollo globalizado. Pero en las condiciones colombianas van atadas a un escalamiento de la violencia.

El papel geopolítico que el país tiene en las actuales circunstancias de expansión imperial en relación con el ALCA varían porque se encuentra en una posición geográfica cuyo espacio geoestacionario representa una ventaja en relación con los países del área Andina, como sitio privilegiado para las conexiones y sistemas de telecomunicaciones para el gobierno americano y el capital financiero internacional; además, por las condiciones económicas desventajosas es una estrategia de expoliación de los recursos naturales porque “…la zona de libre comercio proyectada representa menos del 1% de la producción total y un peso similar tienen sus importaciones y exportaciones…”[3] previstas a la firma del tratado que afecta en primera instancia a las poblaciones rurales, a pequeños y medianos propietarios y por lo tanto a la producción agropecuaria.

Además afecta gravemente el desarrollo porque cierra todas las posibilidades de reorganizar y fortalecer el sector industrial de acuerdo con las nuevas circunstancias porque se encontrará ante la imposibilidad de un intercambio en igualdad de condiciones frente a las empresas multinacionales; además por la apropiación de los recursos naturales, y porque atenta contra la soberanía alimentaria, al restringir las posibilidades de expansión agrícola y pecuaria y la expulsión de los pequeños y medianos empresarios rurales, donde las mujeres se han desempeñado como mano de obra indispensable en la economía campesina.

El papel de la mujer en la actual coyuntura

En el contexto de la historia política y social, las mujeres han estado presentes en movimientos y organizaciones y en diferentes escenarios donde han implementado acciones de resistencia y trabajo a fin de atender las necesidades del grupo familiar y de las comunidades. Pero han sido excluidas de la historia, es así como en las luchas agrarias y urbanas, su participación se invisivilizó. Además con la división social del trabajo se les ha considerado como “ayudantes” agrícolas y trabajadoras domésticas, sin tener en cuenta la cantidad de tiempo dedicado al trabajo agrícola y pecuario en el ámbito rural, y en el urbano como fuerza de trabajo del sector de servicios.

Aún persisten estos imaginarios, especialmente en el sector agrícola que se ha caracterizado como un sistema masculino, desconociendo la participación activa de las mujeres en las labores económicas. Es bien conocido el papel que desempeña la mujer rural en la multiplicidad de labores agrícolas y su aporte en la producción campesina y la importancia de este sector representa en la economía del país.

En el país las mujeres han tenido desde siempre la capacidad de trabajar en el hogar en los oficios propios de la reproducción social, añadiendo a éstos otros trabajos que representan ingresos adicionales importantes, cuando no son los únicos ingresos generadores de la supervivencia de toda la familia. Se han conformado organizaciones sociales que en todos los sectores de la población y en diferentes ámbitos, trabajan en las tareas mas disímiles: atendiendo familias desplazadas, en escuelas, en la organización de talleres comunitarios, en hogares comunitarios atendiendo menores mientras sus madres trabajan, con ancianos/as, con grupos juveniles, etc.

Aún persisten estos imaginarios, especialmente en el sector agrícola que se ha caracterizado como un sistema masculino, desconociendo la participación activa de las mujeres en las labores económicas. Es bien conocido el papel que desempeña la mujer rural en la multiplicidad de labores agrícolas y su aporte en la producción campesina y la importancia de este sector representa en la economía del país.

Sin embargo se les negó tradicionalmente el derecho a la tierra con mecanismos de carácter legal, cultural, estructural e institucional. Como la base de una cultura patriarcal que centra en el hombre el derecho a la propiedad de la tierra, entre otros privilegios. Las instituciones han legislado sobre la titularidad de la parcela a favor del hombre, sobre la presunción de que al otorgarse este derecho al “jefe de hogar” se favorecería a todo el grupo familiar desconociendo que al interior del mismo también hay discriminación de género, como resultado de la ideología tradicional que construyó modelos de masculinidad y feminidad, sobre la división social del trabajo por género y el concepto de lo público como el espacio de la producción y el privado como ámbito de la reproducción social que le corresponde a la mujer.

En esta dirección debe orientarse el trabajo de las mujeres, con visión de mujeres, como un derecho humano al trabajo en el ámbito rural, donde se encuentran las vivencias y el enraice cultural que debe mantenerse. Como mujeres “dadoras de vida” la tierra es parte de esa identidad como productoras de bienes; como ciudadanas las mujeres tienen el derecho a mejorar sus conocimientos sobre las formas de producirlos, las costumbres y las dietas alimentarias de acuerdo con la diversidad cultural de las regiones.

Con los efectos del modelo de desarrollo y la amenaza de la pérdida de soberanía alimentaria por la importación de estos productos como parte de las importaciones que el ALCA facilita, las movilizaciones de mujeres campesinas se han fortalecido y gracias a su cabildeo en las instancias de poder, se expidió la Ley 160 de 1994 que reconoció las condiciones de igualdad entre hombres y mujeres dando el derecho a la titularidad de las tierras con preferencia a las mujeres cabeza de familia y la Ley 731 del 2001 lo ratificó. Sin embargo su reconocimiento como ciudadanas con derechos despierta muchos interrogantes a pesar de que la lucha se vio fortalecida con los movimientos de mujeres y de organizaciones de sectores populares tanto en el sector urbano como en el rural. Desde diferentes ámbitos y posición de clase han enriquecido el pensamiento social y han abierto horizontes de reconocimiento a grupos históricamente discriminados por la etnia, la orientación sexual y por la clase; son aportes que deben ser reconocidos como deuda histórica de la sociedad.

Pero la agresividad con que el neoliberalismo se ha implementado y la celeridad del proceso de neocolonización con el apoyo incondicional de los gobiernos de la Región, urgen una movilización más agresiva en términos de acciones y propuestas por parte de los movimientos de mujeres que contribuyan a fortalecer y a enriquecer con nuevas miradas el movimiento social y político que se ha generado a nivel mundial con los grupos democráticos que lo impulsan.

Y en los procesos políticos actuales, cuando la violencia ha llegado a límites inimaginables, las mujeres presentaron en las mesas de negociación propuestas de desarrollo importantes aun cuando no muy publicitadas. Sus aportes cubren temas y campos disímiles que tienen que ver con la salud, el trabajo, la educación, y el desarrollo económico que tocan aspectos de carácter nacional; igualmente se presentaron propuestas con las organizaciones comunitarias y las necesidades sociales en el orden regional y local.

Actualmente muchas organizaciones trabajan con empeño en la recomposición social ante la violencia que las medidas gubernamentales ha desencadenado, en temas como:

· Sus experiencias como sobrevivientes, en la reconstrucción social en las poblaciones desplazadas por el conflicto armado en un contexto socio político como en el que nos encontramos; · La participación activa en los movimientos de mujeres contra la guerra, en relación con la neutralidad operacional para preservar a la población civil; · El trabajo comunitario en regiones apartadas y en los municipios. Todos estos trabajos tienen connotaciones negativas para las mujeres por toda clase de atropellos y los abusos sexuales a que son sometidas como una forma de “quebrar el movimiento”, pero que persiste y se fortalece. · La participación en organizaciones sociales y políticas en forma cada vez más propositivas que han logrado impactos a favor de sus comunidades en las regiones y en las localidades, muchas veces con situaciones de orden público que ponen en riesgo sus actividades.

Compromisos permanentes

La Red está comprometida en acciones relacionadas con el fortalecimiento y la capacitación de mujeres que se encuentran trabajando en diferentes organizaciones sociales y en actividades políticas a nivel local y regional, porque aun cuando todas las mujeres son distintas, con diferentes trayectoria de vida y de procedencia regional y cultural, se han podido adelantar prácticas colectivas de transformación personal a partir de enriquecer los conocimientos compartidos. Esto permite abrir un espectro de temas que amplía las formas del pensamiento feminista y la forma de abordar conceptualmente lo social, el Estado, la política y los temas sobre el desarrollo y la paz.

En relación con las estrategias de Propuestas de Acción planteadas en el II Encuentro de La Habana, la Red Mujer y Participación Política, organizará en sus espacios de capacitación a mujeres provenientes de algunos sectores populares retomando algunos ejes temáticos como:

· Talleres en los que se incluyan información sobre los mecanismos que articulan la deuda externa, la escalada de violencia y la política de libre comercio, como mecanismos utilizados por las transnacionales para la apropiación de la economía nacional, a través del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas.

· Talleres de Espacio y Reflexión sobre los impactos concretos que tendrán en las dimensiones de género, etnia y clase, los tratados de libre comercio, como una forma de articular las iniciativas que resulten del FORO MUNDIAL SOCIAL TEMÁTICO de Cartagena.

Propuestas

· Continuar la articulación con las organizaciones sociales que adelantan campañas regionales contra el ALCA y otros tratados de libre comercio, que afectan todos los pueblos del mundo.

Fortalecer la Consulta Popular sobre el ALCA en nuestro país, en lo cual la Red Mujer y Participación Política se encuentra comprometida en el campo de su acción, para que pueda ser una realidad en todos los países que será presentada en Miami a finales del 2003 en la Reunión de Ministros de la región.

Notas

1. Gómez Serrano, Gabriel 2003. “América del Sur: La gran mercancía.Geopolítica de laregión Amazónica”. Ponencia al Seminario “Los partidos y una Nueva Sociedad” México, 14,15,16 Marzo. (regresar)

2. De Sousa Santos, Boaventura 2002. La Globalización del Derecho. Los nuevos caminos de la regulación y la emancipación. Bogotá: Universidad Nacional. Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales-ILSA, p. 146. (regresar)

3. Comisión Temática Intersectorial 2003. “Colombia en el Contexto del ALCA y el Plan Colombia”. En: Colombia en la Aldea Global: Agenda ciudadana para la paz. Bogotá: Seminario Internacional de Planeta Paz Encuentro Nacional de las Mesas Ciudadanas para la Agenda de Paz (regresar)

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