19 años sin Jaime Garzón: ¿Hasta cuándo la impunidad?

19 años sin Jaime Garzón: ¿Hasta cuándo la impunidad?

“Jaime, el país que te conoció y tanto te quiso no te olvida. El lugar en donde arrebataron tu vida se ha convertido en un santuario para rendir tributo a tu memoria cada 13 de agosto”.

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Hoy se cumplen 19 años de aquella fría mañana bogotana del 13 de agosto en la que fue asesinado a tiros y en frente de su lugar de trabajo el periodista crítico y pedagogo Jaime Garzón Forero. Tal vez no exista otro crimen en Colombia que haya generado tal nivel de consenso en la indignación y el dolor como el de Jaime, ni otro que haya logrado reunir el repudio de gente anónima y gente reconocida, tanto de derecha como de izquierda. Las personas más humildes y las más poderosas, las militantes y las indiferentes, condenaron el escabroso caso. Sin embargo, en el homicidio de Garzón la impunidad ha sido regla y el hecho de que hayan pasado casi dos décadas sin poder esclarecerse es la prueba más fiel.

A pesar de esto, hay que mencionar los avances importantes que se han dado en el esclarecimiento del polémico caso, como las responsabilidades institucionales de las Fuerzas Militares y del antiguo Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), tanto en el crimen del periodista como en la desviación de la investigación. También que la Fiscalía General de la Nación declaró que se trataba de un “crimen de lesa humanidad”, dándole la razón a su familia y abogados cuando señalaron que el crimen de Jaime no fue un hecho aislado sino que obedeció a un plan orquestado contra defensores de Derechos Humanos y activistas por la bandera de una paz que, también en la época de Jaime, pagaban con su propia vida.

Pero, ¿por qué a pesar de estos reconocimientos y de ser uno de los casos que ha suscitado más repudio entre la sociedad colombiana, a día de hoy, sigue en la impunidad? ¿Qué ha pasado con su caso en todos estos años? ¿Quiénes están llamados a responder?

Veamos. En junio de este año el coronel retirado del Ejército Jorge Eliécer Plazas Acevedo, vinculado al proceso por el asesinato de Jaime Garzón, manifestó su interés de someterse a la recién creada Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Plazas Acevedo se hizo célebre a finales de la década de los noventa por haber participado en el secuestro y posterior homicidio del empresario de origen israelí Benjamín Khoudari, hechos por los que fue condenado. Posteriormente, testigos lo han vinculado con graves violaciones a los Derechos Humanos cometidas por el paramilitarismo en el Urabá antioqueño, la masacre de Mapiripán, el asesinato de los líderes sociales Elsa Alvarado y Mario Calderón, entre otros graves crímenes.

La noticia de Plazas en la JEP sería una buena señal para las víctimas de que finalmente llegaría la tan anhelada justicia, pero en este caso parece más una estrategia para obstaculizar el juicio público que un sometimiento con fines de esclarecer verdades. Primero porque Plazas Acevedo no se encuentra en los listados del Ministerio de Defensa, y segundo y más importante, porque este coronel retirado no se sometió a la JEP por el caso de Jaime Garzón sino por el homicidio de Khoudari, hechos que nada tienen que ver con el conflicto armado. Además, Plazas Acevedo permaneció prófugo de la justicia durante 11 años desde que escapó de su lugar de reclusión en la Brigada XIII del Ejército en Bogotá, lo cual pone en fuerte duda su supuesto genuino interés de colaborar con la justicia o los derechos de las víctimas.

Así las cosas, este sometimiento es un nuevo episodio infame en una larga historia de impunidad que empezó mal. Al comienzo el suprimido DAS desvió la investigación para que se creyera que el crimen había sido cometido por la banda criminal “la Terraza”, en lugar de abordarlo como un crimen de Estado en el que, como en muchos otros, se delegó su ejecución a grupos paramilitares. Desde 2007 comandantes paramilitares como Diego Fernando Murillo Bejarano, conocido con el alias de “Don Berna”, Iván Roberto Duque alias “Ernesto Baez” y Jorge Iván Laverde Zapata alias “el Iguano”, reconocieron ante la justicia detalles de la participación de agentes estatales en el crimen. Entre ellos, el ex subdirector del DAS José Miguel Narváez Martínez, identificado como el instigador del mismo, por lo cual fue llamado a juicio desde 2011.

El juicio terminó en julio de 2016 aunque aún no hay sentencia, y el proceso está en manos del mismo Juzgado Séptimo Penal Especializado que ha suspendido el juicio en contra de Plazas Acevedo. Todas estas demoras no son más que maniobras que parecen diseñadas para que la justicia nunca alcance a los responsables. Después de 19 años, salvo el comandante paramilitar Carlos Castaño, quien tampoco cumplió su condena, los responsables no han sido sancionados. Tampoco los innumerables intentos de plasmar a Jaime desde la ficción han honrado su legado. Por el contrario, han terminado por acabar de ofender su memoria y a su familia.

En esta batalla contra el olvido y la tergiversación, su hermana Marisol incluso ha impulsado ejercicios de memoria y verdad, ahora a través de la serie “Lea pa´ que hablemos”, cuyo número 4 será lanzado hoy 13 de agosto. Allí recoge “la parábola vital de Jaime Garzón, que tiene como fundamento la inteligencia para mirar con severo ojo analítico y con profundo espíritu crítico, la realidad del país, la vida de sus gentes y la habilidad para decir aquello que todos quisiéramos decir pero no podemos o no queremos.”

Jaime, el país que te conoció y tanto te quiso no te olvida. Desde hace 19 años el lugar donde fuiste asesinado a sangre fría se ha convertido en un santuario que convoca a familiares, amigos y seguidores para rendir tributo a tu memoria cada 13 de agosto: Día Nacional de la Esperanza. Esa que tenías en Colombia y a la que nos seguimos aferrando para que algún día la justicia responda a la verdad histórica de tu caso. La esquina de la Avenida La Esperanza con carrera 40 en el barrio Quinta Paredes de Bogotá, está adornada por una escultura con tu figura, recordándonos la fragilidad de la vida en un país en donde la expresión de la crítica, el ejercicio de la oposición y la defensa de los Derechos Humanos continúan siendo labores de altísimo riesgo. Hasta siempre Jaime, hasta siempre maestro. No descansaremos, no desfalleceremos. La justicia cojea pero llega, dicen por ahí.

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