La defensa de los intereses de los trabajadores, líderes sociales y movimientos políticos en un país en guerra se convierte en una prioridad política que manifiesta precariedades del Estado colombiano y de la justicia (una de las tareas más significativas de los estados modernos). Es en este contexto que Eduardo Umaña Mendoza adquiere una figuración destacada.
Las acciones y pensamientos de este actor político no se pueden comprender si dejamos de lado esta realidad. Por ello encontramos a Eduardo Umaña denunciando y haciendo una defensa de los derechos sociales y políticos de los sectores marginados y sojuzgados por el poder, acciones en las cuales evidencia de manera beligerante y permanente la impunidad y clasismo en el que operan las leyes colombianas, las cuales apuntan a privilegiar la defensa de los intereses económicos y políticos de una minoría excluyente y represiva.
La vida y muerte de Eduardo Umaña refleja la realidad política de los últimos cincuenta años de la historia de Colombia. Esta situación le permitió ser un intelectual formado en pensamiento crítico y democrático en la denuncia de la exclusión y represión social; pero además, por medio de los procesos jurídicos que llevaba, hacia evidente las debilidades y precariedades de la justicia colombiana basada en el derecho positivo que desconoce la posibilidad de la crítica y de denuncia de las arbitrariedades de un Estado antidemocrático.
Dentro de estos procesos se destacan: la reapertura de las investigaciones en torno a la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, el proceso sobre los desaparecidos del Palacio de Justicia, la muerte de los alcaldes de la Unión Patriótica, y la defensa de los presos políticos pertenecientes principalmente a los sindicatos de la Uso y de telecomunicaciones.
Uldarico Florez Peña