El día de hoy, el Estado Colombiano reconocerá públicamente su responsabilidad por el asesinato de la niña Leidi Dayán Sánchez a manos de la policía nacional en 1998, según la recomendación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Por considerarlo de vital importancia transcribimos a continuación el discurso que su hermana menor Gina Paola dará en el acto de reconocimiento.
LEIDY: Gracias por ser tan buena. Nunca Te Olvidaremos
Gracias a todos los presentes por acompañarnos en este acto tan importante para LEIDY y para nosotros, su familia.
Soy GINA PAOLA, hermana menor de LEIDY DAYAN. Cuando a ella la mataron yo tenía ocho años, hoy cuento con 14. Mi hermana LEIDY era como nuestra segunda mamá para los tres hermanos menores. Ella arreglaba la casa y nos cuidaba mientras mi mamá y mi papá iban a cuidar carros frente del almacén Olímpica, trabajo del cual derivabamos a duras penas nuestro sustento. Mi hermanita era como la mano derecha de mi mamá.
Yo recuerdo que con LEIDY jugábamos a las modelos, nos vestíamos con las prendas de mamá y nos maquillábamos con sus cosméticos. Mi hermanita LEIDY parecía una modelo de verdad, así la veía yo, era como un hada de mi cartilla de cuentos. Ella quería ser grande para tener una peluquería. Yo creo que ella hubiera sido una muy buena peluquera. Ella decía también que quería estudiar, que ella iba a ir a la universidad para ayudarnos a salir de la pobreza.
También recuerdo mucho, cuando con nuestros amigos del barrio jugábamos a las piquis, que es un juego que se hace con bolitas de cristal. También jugábamos al trompo y a la coca, esos juegos parece que también murieron con LEIDY, pues yo no he visto que los niños los practiquen. Nos divertíamos horas enteras, a veces la noche nos obligaba a descansar, o la voz enérgica de papá, que nos ordenaba entrar a la casa.
LEIDY me hacía las tareas y hasta me bañaba porque yo no sabía bañarme sola. También me llevaba y traía del colegio. Ella era mi cómplice, se inventaba cosas para que mi papá ni mi mamá me regañaran. Ella me protegía mucho, me ayudaba con mis problemas, en fin, era como mi ángel de la guarda.
Como LEIDY era mayor, yo tenía que hacerle caso. A veces ella me mandaba a traer algo de la tienda o de las casas de los vecinos, y yo me quedaba jugando o me demoraba mucho en regresar, entonces LEIDY me regañaba y se ponía brava conmigo, pero se le pasaba rápido el mal genio y se ponía a sonreir. Ella tenía una sonrisa muy bonita que a todo el mundo le gustaba. A mí me parece que su sonrisa se parecía a las flores.
Yo pienso que LEIDY era muy tranquila, muy calmadita. Sus amigas siempre la quisieron y respetaron mucho, porque ella era muy buena con todos. A ella le gustaba que todos estuviéramos unidos y contentos. Sus amigas me dicen que la recuerdan y la quieren harto, que mi hermanita les enseñaba cosas muy bonitas.
Con quienes más compartió mi hermanita LEIDY fue con mis primas de su misma edad. Hoy, ellas ya crecieron, ya se casaron y tienen hijos. A mí me hubiera gustado ver a LEIDY de mamá, de mamá de verdad. Ella hubiera sido muy buena mamá porque ya había aprendido con nosotros a ser mamá. A mí me hubiera gustado ser tía de los hijitos de mi hermanita. Yo a veces pienso que si mi hermanita viviera, yo estaría viviendo con ella, yo le ayudaría a cuidar a sus hijos, es decir, a mis sobrinos. Sería una manera de mostrarle que la quiero. Yo no entiendo por qué sueños tan sencillos, no se pueden realizar.
Cuando a mi hermanita la mató la policía, en mi casa jamás las cosas volvieron a ser como antes. Es que uno nunca se imagina que los niños tengan que morirse primero que los padres. Es que uno nunca se imagina que la policía pueda matar niños. Mi hermanita no era una delincuente, ella tenía un alma muy buena pero la mataron. A veces pienso, –ahora que estoy grandecita y veo tantas cosas-, que pareciera que ser pobre y ser joven es delito.
Estoy diciendo que mi hogar nunca fue el mismo después de la injusta muerte de mi hermanita. Ya no volvimos a reunirnos toda la familia, con mis primos, tíos y abuelitos. No tuvimos más navidades juntos. Tampoco volvimos a reír a carcajadas como en coro, como lo hacíamos antes. Uno se siente como pecador si ríe, después de tanta tragedia y tanta injusticia.
Mi hermano Jorge Luis tenía 11 años cuando la policía acabó con la vida de LEIDY. Él fue testigo de lo que ocurrió. El fue el que la vio con vida por última vez y también el último en abrazarla en la agonía de la muerte. Me imagino el terror que debió vivir mi hermano pero también creo que el sufrimiento era más grande que el miedo y la angustia. A él le dio muy duro la muerte de LEIDY, el sufrió muchísimo…Yo recuerdo que el pasaba las tardes enteras muy pensativo y triste, como hablando con el silencio, como esperando que de repente LEIDY apareciera. A mí se me partía el corazón viendo el sufrimiento de Jorge Luis. El se desesperó mucho y decía que odiaba a la policía porque le arrancaron a su hermanita. Mi hermanito Jorge Luis, se angustió tanto que se puso a fumar marihuana por mucho tiempo. Yo digo que mi hermano fumaba marihuana por eso. Yo sé que era por eso, porque el no podía con el dolor que llevaba por dentro.
Mi hermano se echaba la culpa por la muerte de mi hermanita LEIDY. Ellos se habían quedado hablando con unos amigos cuando fueron a buscar café donde una vecina para prepararle el tinto que mi papá religiosamente tomaba todas las noches cuando llegaba muy cansado de almacenes Olímpica, de cuidar carros ajenos. De repente… apareció la policía y disparó contra mi hermanita. Mi hermanito se echaba la culpa por la muerte de LEIDY, él se sentía culpable pero no era culpable, pues los culpables eran los policías que dispararon contra LEIDY, ella cayó como una paloma inocente, mi hermana sólo quería vivir. Mi hermano Jorge Luis no volvió a fumar marihuana porque unas doctoras psicólogas lo ayudaron. Mi hermano ya había dejado de estar tan triste y se casó y tuvo un hijo precioso. El quería mucho a su esposa y su hijito pero lo mataron unos ladrones para quitarle la bicicleta con la que iba y venía de su trabajo. Otro dolor para la familia!. Mis padres casi enloquecen. ¿Por qué será que somos tan llenos en desgracias y tan despojados de alegrías?.
Quiero también decir que todos sufrimos mucho con el asesinato de mi hermana LEIDY, es que duele mucho que sea la autoridad la que acabe con la vida de gente inocente y buena. Todos mis hermanitos vivimos con amargura su ausencia obligada. Todos la extrañamos mucho. Sería muy bonito que ella estuviera con nosotros, riendo con nosotros, jugando con nosotros, soñando con nosotros. Mis padres, son unos seres muy valientes. Ellos siguieron luchando por nosotros a pesar de que cada día el dolor de la injusticia y la ausencia forzada los carcomía sin compasión. Ellos siguen viviendo con la tristeza puesta pero con la esperanza viva. Entre todos, esta pena pesa menos.
Este acto lo entiendo como un reconocimiento a mi hermanita LEIDY. Es un acto para guardar su memoria, para no olvidarla, para tenerla siempre presente, como si no hubiera muerto. Es un acto para decirle a LEIDY: aquí estamos rindiéndote un homenaje!. Al igual que mi hermano Jorge, yo también odié a la policía durante los primeros años de ausencia de mi hermana LEIDY, pero ahora no los odio. Yo quiero que la policía no vuelva a cometer esos hechos, porque esos crímenes hacen mucho daño a las familias y a toda la sociedad. Yo quiero que nadie nunca más sufra lo que hemos sufrido nosotros.
En este acto el Estado pide perdón por el crimen cometido. Está muy bien que pida perdón público, sin embargo, yo pienso que la solicitud de perdón debe estar acompañada de justicia. Yo pienso que sobre la impunidad no se puede perdonar. No me cabe en la cabeza la idea del perdón sin la presencia necesaria de la justicia. Seguimos esperando justicia…no renunciamos a la justicia, seguimos exigiendo JUSTICIA.
Gracias