Y LAS VICTIMAS LLORAMOS, PERO TAMBIEN SOÑAMOS(Colombia) (Autor:Comisión Intereclesial de Justicia y Paz) (Fecha: Noviemrbre 3 de 2005)

En el Jiguamiandó y el Curvaradó lloró la selva. Y el Cacarica simbroneó. Y en Dabeiba también se lloró. Y el Meta se dolió. Lágrimas del cielo, de niños, mujeres y hombres, todo salía del corazón. Hasta los acompañantes cayeron en el mar del llanto. El silencio era la única palabra. La mente envuelta en desazón. Ires y venires. Las Zonas Humanitarias padeciendo, extrañando, clamando. Ellos de piel negra, de mestizos y también de indígenas creían que su voz llegaría a otro país, aquel en que se definen las vidas de millares de seres humanos, buscar tal vez las puertas del Banco Mundial o de las oficinas del Departamento de Estado. Hablar con nombre propio sin rodeos, la propia voz? pero no fue posible, buscar la solidaridad el hermanamiento, la presencia de las iglesias de los Estados Unidos para salir del sitiado Jiguamiandó y Curvaradó. Allí en el Norte, buscando nuevos espacios de la palabra libre, como se hizo libre ante el gobierno Nacional exigiendo el cese de la siembra de palma, el recrudecimiento de las amenazas, la destrucción de las Zonas Humanitarias por la Brigada 17, el anuncio por estos mismos agentes de las próximas muertes violentas de los afrodescendientes, de sus acompañantes nacionales e internacionales.

Familiar de Orlando Valencia, Frente a su Tumba. Foto Justicia y Paz

Allá en USA, buscando afirmar el Derecho a la Vida ante una estrategia cruenta, bárbara que no contempla principios que no contiene razones, que solo se construye desde la ambición.
Pero esas palabras nunca sonaron, se escucharon desde la desaparición, desde la muerte. Y en Usa también se lloró. Las palabras de ORLANDO vivieron aunque se creían que estaban muertas. Las palabras crearon un mundo posible. Las palabras eran de dignidad. Las palabras de los pueblos afrodescendientes, del Jiguamiandó y del Curvaradó, del Cacarica, del Calima y del Pacífico.

La esperanza, en la hija menor de ORLANDO VALENCIA, foto Justicia y Paz.

El territorio es dignidad, es palabra de existencia en el Chocó y en el Cauca. A pesar de los muertos, de los desaparecidos, de los indígenas golpeados en la recuperación de sus tierras en el sur del país. Todos los dolores, los escepticismos, las derrotas, las aniquilaciones, todas se juntaron, se unieron y hablaron de los sueños. El derecho a la verdad, a la justicia y a la Reparación es razón de vivir, de creer, de existir? a pesar de que todo es mercancía. Aunque ante nuestros ojos no pase nada, sino, simplemente, el despojo violento o el despojo legal con leyes de tierras, con leyes madereras, con leyes mineras, con leyes de aguas, la muerte indigna e injusta. Las leyes del mercado no son las nuestras. Ni la impunidad ni esta democracia vestida con autoritarismo, libertad de esclavos. Democracia que solo habla de guerra. Que solo vive de la ausencia de los mínimos humanitarios, que se sostiene en la paz sin dignidad, en el cementerio de los sueños. Por eso lloramos, pero también soñamos, nos juntamos, nos unimos.

Unas palabras a las palabras escritas por Iván Cepeda y Alfredo Molano.

* Palabras de Afrodescendiente.

Adjunto Las Víctimas de Hoy de Iván Cepeda y Bis a la ene de Alfredo Molano en el semanario El Espectador 30 de octubre de 2005

Bogotá, D.C Noviembre 2 de 2005

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz

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